opiniones de nuestros clientes
Ojala no tengas que comprobarlo
Porque amo a los animales y, si tú estás leyendo esto es más que probable que compartas tu vida con alguno o con algunos, te digo que, de verdad, no quieras comprobar lo grandes que son —en lo profesional y en lo humano— las personas que hacen de esta clínica una extensión de nuestra familia.
Nosotros lo intuíamos, por eso ya era nuestra clínica veterinaria de referencia, pero las circunstancias hicieron que lo tuviéramos que comprobar en nuestras propias carnes. O, para ser más precisos, en la de nuestra adorada Nara.
El pasado mes de octubre, nuestra galga tuvo un desafortunado encuentro con otra perra que la desgarró la garganta y el pecho. La sangre salía a borbotones a lo largo de una herida que parecía infinita, y toda la musculatura de la zona estaba a la vista. Creíamos que Nara no llegaría con vida hasta la clínica.
Pero lo hizo.
Empezó una operación larguísima —había que suturar el interior y el exterior—, y después llegó un pronóstico incierto: no nos podían garantizar que no hubiera complicaciones fatales o, incluso, que Nara no despertara al día siguiente.
Pero también lo hizo. Despertó al día siguiente.
Se sucedieron las intervenciones menores, las suturas y las resuturas, las revisiones, las curas, las llamadas a casa para interesarse por Nara, la disponibilidad absoluta, el enseñarnos a limpiar heridas para evitar las odiosas costras…. Y así durante meses, hasta asegurar que Nara, nuestra galga, tuviera una segunda oportunidad en la vida —qué digo segunda, ¡tercera, en su caso!—, y mientras se cimentaba una confianza de auténtico hormigón armado.
De todo este tiempo, confieso que nunca olvidaré las primeras miradas de verdadera preocupación, ni las siguientes de genuino alivio, ni las manos hábiles, ni el trato exquisito hacia ella y hacia nosotros. Ni se me olvidará cómo Maritina le cantaba a Nara mientras le quitaba puntos o se los ponía, sin necesidad de volver a anestesiarla.
Te digo que ojalá nunca tengas que comprobarlo, y que nosotros tampoco tengamos que volver a hacerlo. De aquello no queda ni el rastro de una cicatriz, y nuestra galga, entra por la puerta de esa clínica con una alegría de tamaño XXL. Exactamente la misma talla de la alegría con la que la reciben.
Este será el primer año en que tengamos que celebrar dos veces el cumpleaños de Nara: en junio, como siempre, y en octubre. Y será en ValdeVet, porque es donde lo hicieron posible.
Alicia García Flores
Campañas veterinarias
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